Antes de nada, conviene recordar que los videojuegos son un tipo más de juegos y que nunca deben ser el único modo de juego del niño, ni siquiera al que dediquen más tiempo. Lo mismo diríamos de un niño que se encerrara en casa para leer de cabo a rabo la Enciclopedia Británica.
Desde el punto de vista del entorno donde hemos evolucionado como especie, el mejor juego es el que se produce en el exterior, moviéndose y en grupos de niños de diferentes edades. El juego es el mejor medio para aprender destreza y habilidades cognitivas de todo tipo incluidas las sociales
Para los apocalípticos, los videojuegos son poco menos que un colorido y luminoso demonio que anuncia el fin de la edad de oro. Tanto que hay voces que alertan sobre los peligros inherentes a los videojuegos, desde una posible adicción a un aumento de la violencia. Sin embargo, prohibir o evitar que los niños jueguen con dispositivos electrónicos no tiene sentido alguno, como tampoco lo tiene evitar que, a una determinada edad, nuestros hijos tengan un teléfono móvil. Al contrario, si el niño no participa de ese entretenimiento, será considerado raro por los demás y en algunos casos será rechazado.
En general, podemos establecer dos reglas básicas:
Como ya se ha dicho, siempre debemos dar preferencia al juego al aire libre. Si los niños realizan este tipo de juegos con normalidad, no debería preocuparnos que jueguen con videojuegos en otros momentos.
De 3 a 12 años, lo recomendable es dejar jugar a los niños entre una y dos horas máximo al día, sobre todo durante los fines de semana. Al menos eso es lo que recomienda la Asociación Pediátrica Americana. Ahora bien, a partir de esa edad el límite dos horas será ciertamente complicado de mantener. Por todo ello, es necesario poner normas en cuanto a que días y horas se puede jugar. Y no romperlas.
Por eso, algo muy importante es cómo conseguimos que los niños dejen de jugar. Lo mejor es establecer un tiempo con anterioridad y asegurarnos de que nuestros hijos lo han entendido. De esta forma, hay que avisar con unos minutos de antelación para que guarden la partida o la acaben de la mejor manera posible. Eso sí, una vez llegado el momento de cortar, hay que ser tajantes. Insistimos: no vale titubear.
A la hora de comprar un videojuego, hay que tener en cuenta su clasificación según el contenido. Al igual que las películas, los videojuegos tienen marcada cuál es la edad mínima para poder jugarlo. En España se sigue la normativa europea PEGI (Pan European Game Information), que establece la edad mínima aconsejable para cada juego.
Antes de los 3 años los niños no muestran interés por los videojuegos, ya que no disponen de las habilidades cognitivas suficientes. Su interacción con ordenadores, tablets y móviles son para ver contenido de video, como dibujos animados, películas infantiles o incluso algo tan insólito como contemplar a una niña abrir cincuenta huevos sorpresa seguidos.
Sin embargo, existen multitud de juegos adecuados para niños a partir de 3 años. En ellos se premia su imaginación y habilidad, a la vez que pueden mejorar ciertas habilidades cognitivas en su desarrollo. Por ejemplo, en 2012, un estudio con niños entre 3 y 7 años que habían usado la aplicación Martha Speaks Dog Party durante 15 días seguidos, constató un aumento del vocabulario en un 31 por ciento de los participantes.
Nuestra recomendación son juegos donde el objetivo sea construir cosas sencillas, identificar animales o desarrollar habilidades de lecto-escritura, ya que a esa edad empiezan con ese aprendizaje en la escuela. Y algo muy importante: es recomendable que los padres jueguen con los niños.
Dado que a partir de los 7 años los niños son más autónomos y con más habilidades cognitivas, los juegos tienen una mayor más dificultad, lo cual exige el desarrollo de estrategias de mayor nivel. Por lo tanto, los niños ya pueden “engancharse” con más facilidad, así que debemos estar atentos a los límites de tiempo.
Son recomendables juegos de tipo plataforma, como Crash Bandicoot o Ratchet & Clank, donde un personaje tipo comic supera retos en un mundo imaginario. En estos juegos cuentan la habilidad y la rapidez más que en los juegos puros de estrategia.
El sentido común, pues, deberá prevalecer en nuestra relación con niños y videojuegos. No hay otra fórmula
Seamos claros: los videojuegos en dispositivos móviles, consolas y ordenadores son una realidad que manejan miles de millones de euros en un mundo cada vez más tecnológico. Y a los niños les encantan. Al igual que el cine o la televisión, no son perjudiciales por sí mismos, sino del uso que hacemos de ellos, de la misma forma que un cuchillo sirve para cortar la carne o para atracar gasolineras. El sentido común, pues, deberá prevalecer en nuestra relación con niños y videojuegos. No hay otra fórmula.
Fuente: ElPaís
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